miércoles, junio 13, 2007

Cuando en la distancia se siente cómoda nuestra cercanía

¿A quién le ha pasado que cuando conoce a una persona, con la cual en el futuro se involucra emocionalmente, pareciera ser que a medida que las emociones nacen y van evolucionando, la persona deja de ser aquella inicial atracción?

Cierta vez alguien me comentaba tener un amigo, muy cercano, y que ante el resto de los que rodeaban esta amistad, no era una amistad, sino que algo más. Hacían bonita pareja. Y este amigo le decía a ella que se sentía muy a gusto. Que podía contarle cosas que no podía contarle a su polola. Sucedió que un día, el amigo se enojó con ella. A tal punto, que le hizo la ley del hielo. ¿Parece amor aquello?.

Lo interesante y que me hizo pensar, tiene que ver con las "distancias". En este sentido, defino la "distancia" como el nivel de evolución emocional entre una persona y otra, siendo ésta relativa, dependiendo desde donde se mida. Así, por ejemplo, en la amistad, perfectamente podemos tener muy buenos amigos, pero ¿acaso somos nosotros muy buenos amigos para ellos?. Tal vez por ello nuestro amigo de esta historia se sentía tan a gusto, pues, él había establecido una distancia muy corta con ella, mientras que ella tenía una distancia más amplia con él. Eso le permitía a ella, no involucrada con las emociones amorosas, aceptar y entender aquellos temas que él no podía entablar con su polola, porque una polola tiene un acercamiento más estrecho con uno, esto significa, por ejemplo que en la mayoría de los casos, no puedes decirle a una polola que la secretaria era bonita. Pero si se lo puedes decir a una amiga. Por lo tanto, si un hombre conoce a una mujer, de quien se siente atraído, establecerá una distancia corta dentro de la cual, similar a una polola, habrán temas que su experiencia le indica que no puede entablar, sin embargo, cuando esta mujer entiende y no hace escándalo, hará sentir muy cómodo al hombre, acortando la distancia aún más, tal vez.

Tal vez por ello, en muchos casos, las amistades entre hombre y mujeres no funcionan. Y por ello, cuando una amistad, por curiosidad, pasa a segundo plano para dar cabida a la entrega amorosa, las cosas no terminan bien y lo que más se lamenta es la pérdida de la amistad. Creo que es porque establecemos ciertas distancias que crecen o se acortan de acuerdo a nuestras propias experiencias.

Luego, bajo esta hipótesis, creo que una buena alternativa para llevar una relación, es aprender sobre las distancias del otro. Y sin duda que esto es se ayudad con la comunicación. Cada persona es diferente, tiene vivencias distintas, cuando asumimos cosas del otro, lo que hacemos es creer que el otro es como nosotros y por ende, está a la misma distancia que nosotros de ella. Aprender del otro es ganar una experiencia nueva, es entender sus necesidades, aflicciones y alegrías, es aprender a amarla, porque no necesariamente una persona se siente amada como a nosotros nos basta para ser amados.